España es, junto con Austria, Liechtenstein y Luxemburgo, el país
europeo que necesita comprar más derechos de emisión de CO2 en proporción a sus
emisiones. Solo así, a golpe de talonario, puede compensar las toneladas de más
que ha enviado a la atmósfera y cumplir sus compromisos.
La EEA alerta de que en España la brecha entre lo que se tendría que haber reducido y las emisiones reales es comparativamente muy grande. Supone un 13%, cuando la media de los países europeos es del 1,9%. España, por tanto, deberá comprar “cantidades significativas” de derechos de emisión, asegura.
El gasto, según las explicaciones del Gobierno, ya estaría prácticamente hecho. En abril del año pasado el ministro de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, desveló lo que se había invertido hasta entonces. España había comprado 159 millones de toneladas de CO2 por 770 millones de euros. Y aún le faltaba comprar en el exterior otros 105 millones de toneladas hasta 2014 para cumplir con Kioto. Según el cálculo del que habló Arias Cañete, eso podía suponer entre 500 y 800 millones más, dependiendo del precio del mercado. Un acuerdo ganga evitó que finalmente fuera así.
La EEA alerta de que en España la brecha entre lo que se tendría que haber reducido y las emisiones reales es comparativamente muy grande. Supone un 13%, cuando la media de los países europeos es del 1,9%. España, por tanto, deberá comprar “cantidades significativas” de derechos de emisión, asegura.
El gasto, según las explicaciones del Gobierno, ya estaría prácticamente hecho. En abril del año pasado el ministro de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, desveló lo que se había invertido hasta entonces. España había comprado 159 millones de toneladas de CO2 por 770 millones de euros. Y aún le faltaba comprar en el exterior otros 105 millones de toneladas hasta 2014 para cumplir con Kioto. Según el cálculo del que habló Arias Cañete, eso podía suponer entre 500 y 800 millones más, dependiendo del precio del mercado. Un acuerdo ganga evitó que finalmente fuera así.
Ay! por un momento entendí que pagamos más para sustituir la tecnología contaminante por otra más limpia. Pero ya veo que no es así. Si contaminar de forma irresponsable tiene un precio que podemos permitirnos pagar, ¿no será que ese precio no contempla el valor de lo que destruímos?
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